que basaran todas sus experiencias en lo que él dice acerca de ellos y su mundo. Se suponía que las personas interpretaran el mundo como Dios lo interpreta, que valoraran las cosas que él valora y que se comprometieran con lo que él dice que es digno de compromiso. Pero como el pecado ha corrompido los corazones de las personas, éstas no pueden creer la palabra de Dios por sí solas. Solo el Espíritu Santo puede otorgar el don de la fe y por tanto el poder de cambiar, y lo hace a través de las Escrituras
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